La falda no siempre ha sido parte del guardarropa femenino, en el antiguo Egipto solo los hombres la llevaban, envolviendo una tira de tela alrededor de las caderas y asegurándola en la cintura con un cordón. Haz clic en "Leer más" para continuar leyendo.
Esta prenda de cadera se llamaba “schenti” y la llevaban tanto los plebeyos como los faraones, diferenciándose solo por la calidad de la tela. Al mismo tiempo, los asirios preferían llevar “kandi”, que fabricaban con lana, algodón o lino, y cuanto más larga era la kandi, más noble y rico era su dueño. ¿Cuándo pasó la falda del guardarropa masculino al femenino? Aquí los historiadores de la moda no pueden ponerse de acuerdo. Algunos afirman que fue en el siglo XV, otros están seguros de que antes del siglo XIX no se puede considerar la falda como una prenda separada. Sin embargo, fue precisamente en el siglo XV cuando comenzó la evolución de la falda como parte del guardarropa femenino, cuando Agnes Sorel, favorita del rey francés Carlos VII, introdujo la moda de la cola. Los eclesiásticos estaban tan indignados con esta moda que la llamaron “cola del diablo”, así comenzó la “caza de brujas” y los eclesiásticos obligaron a las mujeres a llevar la cola solo en los bailes. Pero la cola más impresionante fue la de Catalina II en su propia coronación, que medía 70 metros de longitud. Y solo en el siglo XX la falda comenzó a adquirir su apariencia externa habitual, gradualmente se hizo menos voluminosa a partir de la exuberante falda de baile, luego el dobladillo de la falda comenzó a subir cada vez más desde el suelo, así surgió la “midi”, y luego el llamativo y audaz “mini”. Hoy en día, la falda sigue siendo uno de los elementos principales del guardarropa femenino.
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